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Día del Cine Nacional

Rescatar la memoria publicitaria de Nono Pugliese.

En cada Día del Cine Nacional la celebración trasciende la pantalla: no se trata solo de ver películas, sino de cuidar lo que somos, resguardar lo que construyó nuestra memoria audiovisual. Por eso este año, en el Museo del Cine, la fiesta se vive con un rescate tan inesperado como valioso: los archivos de Nono Pugliese, uno de los grandes nombres del cine publicitario argentino.

Aventuras de un minuto

En los años 70 y 80, millones de televidentes argentinos viajaron sin salir del living. Una tanda publicitaria podía transportarnos a África, donde una mujer —siempre impecable— era perseguida por un rinoceronte para luego aparecer en la Torre de Pisa, encendiendo un cigarrillo con absoluto charme. Podíamos verla perderse y reencontrarse en un ascensor vidriado de Honolulu o descubrir junto a ella los neones de Las Vegas, los tranvías de San Francisco, el surf a vela o el esquí acrobático.

Esos universos condensados en sesenta segundos tenían como protagonistas a Claudia Sánchez y a la imaginación de Nono Pugliese. Antes de que existieran los influencers, Claudia y Nono ya lo eran: ella con su magnetismo, él con la capacidad de transformar la publicidad en espectáculo global. Siempre acompañados por la nube de humo de la marca de cigarrillos que financiaba los viajes, y por bandas sonoras de amor que el propio Pugliese interpretaba, dirigidas por el maestro Horacio Malvicino y hasta editadas en vinilos simples.

La fábrica de imágenes

Más allá de estas piezas icónicas, Pugliese fue un verdadero artesano del cine publicitario. Su productora rodó para marcas como Alba, Parisiennes, Philips, 43/70, Cocinero, Quilmes, Cepita, 7-Up o Trapiche. Su nombre se volvió sinónimo de calidad técnica y narrativa, en un terreno donde la creatividad debía desplegarse en apenas segundos.

Tras su fallecimiento en 1993, los materiales de su productora —negativos de imagen y sonido, copias de proyección— quedaron olvidados en su departamento de Palermo. Otra empresa ligada al audiovisual ocupó el espacio y los archivos permanecieron allí, casi intactos.

El rescate inesperado

A comienzos de 2024, con la inminente mudanza de ese ocupante circunstancial, Gustavo Koniszczer tomó una decisión clave: donar el material. Gracias a la intermediación de Gustavo Pomeranec, el tesoro llegó al Museo del Cine.

Lo que ingresó a la Cineteca es de un valor incalculable: casi 300 latas de 35mm y 16mm, en excelente estado de conservación y con un orden admirable, propio de las productoras de cine publicitario. Entre ellas, además, sobrevivieron las notas de postproducción destinadas al histórico Laboratorio Alex, donde se detallaban dosificación de color, trucajes y correcciones. Un material que no solo preserva imágenes, sino también el proceso de trabajo de toda una época.

Un patrimonio de la cultura popular

El archivo incluye más de una decena de los célebres spots de L&M, con la presencia magnética de Claudia Sánchez. Pero, más allá de su encanto visual, lo que guardan estas latas es un testimonio de la cultura popular argentina, de cómo la publicidad condensaba aspiraciones, estilos de vida y un diálogo permanente con lo internacional.

Hoy, ese universo se encuentra en pleno inventario en el Museo del Cine. Cada lata abre una ventana a un tiempo en que la tanda era también relato, aventura y deseo. Y en este Día del Cine Nacional, rescatarlo es un acto de justicia cultural: el reconocimiento a un capítulo muchas veces relegado de nuestra historia audiovisual, el del cine publicitario como memoria colectiva.

 

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