
Vecinos y agrupaciones autoconvocadas cerraron el año con un mensaje de unidad y resistencia en Rivadavia y Medrano.
El 28 de diciembre, la esquina de Rivadavia y Medrano, en el barrio porteño de Almagro, se convirtió en el epicentro del último semaforazo del año, organizado por las agrupaciones “Almagro Sensible” y “Jubilados de Flores”. Los vecinos se manifestaron para visibilizar las problemáticas sociales y construir comunidad en tiempos de crisis.
Alicia Pessano, integrante de Jubilados en Defensa Propia, alentó a los presentes con un mensaje claro: “A veces tenemos que faltar a la cita, pero luego volvemos. Venite, sos necesario”. La convocatoria se destacó por el apoyo de transeúntes y automovilistas, que acompañaron con bocinazos y gestos de solidaridad.
El semaforazo reflejó las preocupaciones más urgentes de los vecinos: el aumento de personas en situación de calle, la crisis económica, los tarifazos y el incremento del costo de vida. Martin Navarro, referente de la Almagro Sensible, subrayó: “Lo que más hace falta es un Estado presente que garantice derechos básicos como vivienda, salud y educación”.
“La agrupación nació de vecinos autoconvocados en diciembre de 2023, cuando el gobierno emitió un decreto antipopular. Desde entonces, buscamos construir comunidad frente al individualismo”, explicó Navarro. La organización apuesta a la construcción en red, tejiendo vínculos con diversas agrupaciones sociales, culturales y políticas del barrio.
A lo largo del año, Almagro Sensible se consolidó como un espacio de organización barrial que no solo se limita a la protesta, sino que trabaja de manera constante en la construcción de un tejido social más inclusivo y solidario. Además, de los semaforazos, la agrupación llevó adelante diversas actividades que reflejan su compromiso con la comunidad.
Entre las acciones más destacadas, se encuentran las jornadas de cine-debate, que no sólo ofrecieron a los vecinos la posibilidad de acceder a una actividad cultural gratuita, sino que también promovieron el diálogo sobre problemáticas sociales, como la pobreza, el acceso a la salud y la memoria histórica. Estas jornadas se llevaron a cabo en espacios públicos del barrio, como plazas y centros culturales, logrando convocar a personas de distintas edades y orígenes.
Otro pilar del trabajo de Almagro Sensible fueron las jornadas de merienda compartida, una actividad pensada para unir a vecinos con y sin techo. Estos encuentros no sólo buscaban paliar el hambre, sino también generar un espacio de encuentro donde se derriben prejuicios y se fomente la empatía. “Estas meriendas nos permiten conocernos más allá de las etiquetas y los roles que nos impone la sociedad”, comentó Liliana Ortiz, una de las voluntarias que participa activamente en estas jornadas.
A nivel interno, la organización funciona de manera horizontal, con asambleas abiertas en las que cualquier vecino puede participar. Esto permite que las decisiones reflejen las necesidades reales de la comunidad y que los proyectos se construyan colectivamente. “Creemos que la horizontalidad y la escucha activa son fundamentales para construir una comunidad fuerte. Queremos que todos los vecinos se sientan parte de este espacio”, aseguró Martín Navarro.
Asimismo, Almagro Sensible apostó por tejer redes con otras agrupaciones sociales, culturales y políticas del barrio. Esta articulación en red les permitió ampliar su impacto y sostener actividades conjuntas que van desde festivales artísticos hasta talleres de formación en derechos ciudadanos. En este sentido, la agrupación se convirtió en un referente para otros barrios porteños que buscan replicar su modelo de trabajo.