
Miles de mujeres y diversidades marcharon en todo el país por sus derechos. En la Ciudad, la movilización fue de Plaza de Mayo al Congreso.
Una marea violeta volvió a copar las calles este 8 de marzo. Como cada año, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora se vivió con fuerza en distintos rincones del país. En la Ciudad de Buenos Aires, miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries marcharon desde Plaza de Mayo hasta el Congreso para visibilizar sus reclamos y hacer oír sus voces.
En una jornada atravesada por el calor y la convicción, la consigna principal fue clara: “La deuda es con nosotras y nosotres. Que la paguen los que la fugaron”. Con esa frase, los movimientos feministas denunciaron las políticas de ajuste, el vaciamiento de programas esenciales y el impacto directo que estas decisiones tienen en las vidas de quienes ya enfrentan desigualdades estructurales.
En el documento leído frente al Congreso se señaló con firmeza la preocupación por los retrocesos en materia de derechos y la desarticulación de áreas clave como el ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, que fue degradado a subsecretaría. Además, se cuestionó el reciente aval del Poder Judicial a la decisión del gobierno nacional de desfinanciar políticas públicas destinadas a combatir la violencia de género. En concreto, se hizo referencia al rechazo del amparo presentado por trabajadoras del ex Ministerio, en el que pedían garantizar la continuidad de las políticas de prevención y asistencia. El fallo judicial respaldó el recorte presupuestario argumentando que se trataba de una “decisión política” del Poder Ejecutivo.
Lejos de ser una cuestión técnica o administrativa, el recorte deja sin respaldo programas fundamentales como la Línea 144, dispositivos de atención territorial y herramientas de protección para mujeres y diversidades en situación de violencia. Esta desfinanciación no solo afecta puestos de trabajo, sino que pone en riesgo vidas.
Desde temprano, columnas de organizaciones sociales, sindicales, barriales y estudiantiles se fueron concentrando en el centro porteño. Hubo carteles, pañuelos, danzas y tambores, pero también consignas claras contra el ajuste, el negacionismo y el avance de discursos reaccionarios. Las calles volvieron a convertirse en escenario de unidad y resistencia.
En otras ciudades del país como Córdoba, Rosario, Mendoza, Salta y Mar del Plata también se realizaron movilizaciones multitudinarias. En todos los casos, la consigna fue común: basta de femicidios, más igualdad, y políticas reales que garanticen una vida libre de violencias.
En una jornada cargada de memoria, reclamos y fuerza colectiva, el 8M volvió a demostrar que la lucha feminista sigue en pie. Con cada paso, cada pancarta y cada consigna, miles de voces dejaron claro que los derechos conquistados no se negocian y que la igualdad real sigue siendo una deuda pendiente.
Foto: Catalina D’Atri