
A través de un proyecto de María Cecilia Ferrero, este negocio sería declarado oficial de interés cultural por su patrimonio histórico y por su legado en tanto oficio.
Uno de los comercios emblema de esta zona de la ciudad es “La Esquina de las Aceitunas”, un local emplazado en la intersección de las calles Guardia Vieja y Billinghurst, próxima al barrio de Almagro.
Desde el punto de vista histórico y patrimonial, esta pintoresca esquina está en las “cercanías del antiguo Mercado del Abasto” y tiene forma de casona desde el año 1894, con “paredes de ladrillo a la vista, enormes ventanales y techos altos”.
Aquí, desde 1958, funciona el comercio, que al principio de esta historia fue de venta al por mayor, siendo los repartidores sus principales clientes. Durante esa época, se estima que se vendían entre 100 y 150 kilos de aceitunas por día. Con el tiempo, el local de “Don Costa” (como cariñosamente se le llamaba a su dueño Constantino Katsaounis) ganó una base de seguidores en el barrio debido a la calidad y variedad de sus productos.
“La Esquina de las Aceitunas” se convirtió en un emprendimiento familiar, atendido por la misma familia y convertido en una tradición arraigada. En la década de los ‘90, se amplió la oferta para incluir conservas, encurtidos, legumbres y especias. Una larga fila de clientes en la esquina se convirtió en una escena común en cualquier momento del día, excepto entre las 12 y las 14 horas, cuando el local permanecía cerrado.
Todo este pasado es el que la legisladora porteña María Cecilia Ferrero -del bloque oficialista de Vamos Juntos- quiere poner en valor mediante una declaración de interés cultural y la puesta de una placa conmemorativa en este sitio.
En la actualidad, el emprendimiento familiar está a cargo de Claudio Katsaounis, sobrino nieto de Don Costa, quien siente una profunda admiración por su tío abuelo y comenta: “Crecimos con esto. Es gratificante mantener viva la tradición familiar. Hoy en día, los vecinos aún evocan las imágenes de los antiguos toneles de madera repletos de mercadería, que solían estar a la vista en el centro del salón. Esta escena perdura en la memoria colectiva como una parte entrañable de la historia y el carácter único de La Esquina de la Aceituna”, concluye.
En su proyecto de ley, Ferrero menciona que “este comercio histórico representa fielmente parte del patrimonio cultural porteño y del barrio donde se asienta. Por eso, con el fin de darle visibilidad y destacar su aporte a la Ciudad a través de los años, merece sin dudas este reconocimiento”, y asimismo señala que se busca “reconocer a La Esquina de las Aceitunas como sitio de interés cultural de la Ciudad. Se trata de un negocio histórico arraigado en la zona del Abasto, en el barrio de Almagro, cuya presencia ha enriquecido la identidad local y la vida de sus residentes durante varias décadas. Este emprendimiento, transmitido de generación en generación dentro de una familia comprometida, ha dejado una huella indeleble en la historia del barrio”.
Vale decir que este negocio no solo que con el paso del tiempo conserva su ubicación original sino que además mantiene intacta la estructura que lo alberga, preservando así la autenticidad de la época en la que surgió. Pero aún más importante es la continuidad de un oficio concreto y un método de trabajo especial que resultan testigos de la evolución del barrio y las tradiciones propias de toda una comunidad vecinal.

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