martes, octubre 21

Diálogos políticamente escritos

Esta entrevista, sin una pandemia en curso, se realizaría en un centro cultural, en una organización social o en un bar. En un contexto donde todo se hace desde la virtualidad, nos propusimos realizar un diálogo escrito. Que sea la puerta de entrada a sentarnos un rato fuera de la reunión virtual y leer. Leer ideas, reflexiones, propuestas y poder dejar por escrito algunas hojas de rutas.

Martín Coldman: Por estos días el año pasado la fórmula de Alberto-CFK lograba más del 47% de los votos. ¿Por qué crees que en las PASO y en las Generales el porcentaje de votos fue tan grande? ¿Cuáles fueron los aciertos desde tu punto de vista?

Daniel Filmus: Después del resultado de las elecciones del 2017, había quedado la imagen que el 2019 no era posible y muchos estaban pensando ya en el 2023. A partir de las luchas de diciembre del 17, uno puede decir que diciembre arrastró y terminó con octubre. Porque esas luchas que impidieron que el Congreso pueda sesionar cuando se intentó colocar la ley de reforma previsional, aunque días después el oficialismo logró imponer esa ley, puso al desnudo que el pueblo no le había dado un cheque en blanco a Macri. Aquello impidió que siguieran adelante las otras dos leyes que envió al mismo tiempo: reforma impositiva y reforma laboral. A partir de allí empezó a haber una esperanza de reconstrucción del movimiento nacional y popular y de alternativa hacia el 2019, que quedó plasmada cuando Cristina permitió, a través de la candidatura de Alberto Fernández, ampliar y consolidar la unidad del peronismo que veníamos trabajando.

MC: Hace pocos días publicaste en Página 12 la nota de opinión “Identidad, unidad y amplitud” y allí escribiste: “Desde el primer día del gobierno de Macri, y aún cuando algunos pregonaban que había que tener expectativas en el nuevo oficialismo porque estábamos ante el surgimiento de una nueva derecha con características democráticas y contenido social, la existencia de una oposición consecuente y firme colocó en el horizonte político y el imaginario social que había una alternativa”. ¿Existe algo así como la derecha democrática? ¿O es el sueño trasnochado de algún sector?

DF: Apenas asumió Macri hubo distintas miradas. Una fue la novedad que la derecha asuma directamente el gobierno. Es decir que ninguno de los partidos tradicionales por primera vez accedía al gobierno, sino que asumía una tercera fuerza. Hubo una expectativa también porque habían asumido mediante el voto. Ya no iban a tener que intentar que cooptar a los partidos populares, sino que directamente iban a conducir el país. Aparte con un movimiento que tenía principalmente una impronta de empresarios directamente defendiendo sus propios intereses. Esta idea, incluso en varios analistas e intelectuales, generó la perspectiva que podría haber una nueva derecha. Y esos primeros dos años hasta el 2017 -donde plantearon una política llamada “gradualista”- a algunos les hizo pensar que era una derecha con algún sentido social. Nosotros pensamos que de ninguna manera era así. Que lo “gradualista” y el “sentido social” estaba simplemente vinculado a que había una resistencia popular enorme que no les permitió avanzar de lleno con todas las políticas neoliberales.

MC: ¿Cuál fue la diferencia con los noventa?

DF: Menem llegó a partir de una crisis enorme producto de la hiperinflación; el propio Duhalde y Néstor llegaron a partir de la hiperdesocupación. Macri llegó sin contexto de crisis, con una economía que había crecido al 2,5% el año anterior, y con una diferencia electoral que no era no la que tuvo Menem en su momento, sino que ganó por apenas dos puntos. Esto que se llama la “nueva derecha”, en realidad era la misma derecha de siempre en un mundo distinto, en un contexto distinto, pero fundamentalmente con condiciones distintas: un país donde no había crisis, con el resultado electoral muy parejo, y después del kirchnerismo, que había dejado una conciencia social muy fuerte en relación con la defensa de las conquistas sociales que se habían logrado la década anterior. La única diferencia con los ’90, en este caso, fue la mirada respecto del Estado: no tuvo la fuerza, no tuvo las condiciones para poder privatizar, porque, entre otras condiciones, la ciudadanía estuvo muy firme en defender el papel protector del Estado que se había promovido del 2003 al 2015.

MC: Planteas que la oposición entre el 2015 y el 2019 fue consecuente, firme y puso en el horizonte una alternativa al modelo neoliberal de Macri. ¿Cuáles fueron para vos los límites más claros que el pueblo le puso a Macri en el avance de sus políticas?

DF: Macri no tuvo un período de gracia. Si bien hubo expectativa en parte de la población por lo que decíamos antes, hubo movilizaciones enormes de distintos sectores sociales, pero fundamentalmente trabajadores, docentes, universitarios, científicos, movimientos de derechos humanos. Pero el momento de quiebre ocurre cuando quiere aplicar a rajatabla el neoliberalismo y terminar con el gradualismo, creyendo que en las elecciones del 2017 le habían dado un cheque en blanco para avanzar con sus políticas. Recordemos que al inicio de ese año hubo una movilización enorme que termino con el pedido con el pedido de una fecha de huelga general. Todo ese año fue un año de luchas importantes. Y ya después cuando quiso imponer descarnadamente el modelo neoliberal, el gobierno se quedo sin oxígeno, por un lado, por el endeudamiento y los condicionamientos del FMI, y por otro lado porque la resistencia creció y el movimiento popular se unificó para impedir el avance de Macri.

MC: ¿Cómo se logra cuida una unidad política y se amplía?

DF: La unidad y la amplitud fueron decisivas para el triunfo en el 2019. Hoy la amplitud es necesaria para enfrentar con éxito los desafíos de la coyuntura, que tienen que ver con superar la pandemia y terminar la negociación de la deuda externa. Hay actores que si bien no forman parte del gobierno están en condiciones de acompañar y apoyar y generar una correlación de fuerzas positiva para estos dos aspectos. Y el tercer gran desafío que tenemos, que ya está iniciándose, es la pospandemia y la reconstrucción económica en un país que claramente fue muy golpeado con los cuatro años de Macri y esa crisis se profundizó con la pandemia. Las medidas que ha tomado el gobierno han sido enormes para que el Estado esté al servicio de los más golpeados por la crisis económica y la pandemia. Ahora estamos en pleno debate de dos temas sustantivos: el de la reforma de la justicia y el del aporte a las grandes fortunas. Todas las medidas que tomó el gobierno, fueron para generar protección a los más humildes.

MC: ¿Se replanteará el gobierno?

DF: Es necesario que cuando se replantee el proyecto que se inicia a partir de la pospandemia, el modelo de crecimiento no sea un modelo nuevamente concentrador, agroexportador ni que enfatice únicamente la producción primaria ni la especulación financiera, sino que sea un modelo que permita agregar valor por el trabajo y el desarrollo científico-tecnológico argentino. Un modelo que permita fortalecer el mercado interno, cambiar el patrón de producción y de las exportaciones, terminar con las crisis cíclicas de la Argentina y avanzar hacia la construcción de una sociedad que permitan, como la década anterior, crecer y al mismo tiempo distribuir la riqueza de forma mas equitativa.

MC: La soberanía es el epicentro del cual se desprenden la independencia económica y la justicia social. Un país soberano puede construir su propio futuro. ¿Cuál es hoy la situación acerca de las Islas Malvinas, Antártida y Atlántico Sur? ¿Qué temas están en la agenda?

DF: Está claro que es necesario recuperar el ejercicio de la soberanía territorial sobre las Islas Malvinas y tener un proyecto de desarrollo para el Atlántico Sur, las Islas y la Antártida. Hemos avanzado en dos leyes y en un proyecto de ley que está en discusión por estos días. En cuanto a lo primero generamos políticas de Estado respecto de Malvinas y la nueva demarcación de la plataforma continental, que muestra una Argentina dos veces más grande en el suelo y subsuelo marítimo que en la propia Argentina continental y al mismo tiempo en la necesidad de que las políticas no cambien respecto de Malvinas cada vez que cambie el gobierno. Hay 187 años de reclamo de un pueblo que sigue diciendo que las Malvinas son argentinas y nuestra bandera tiene que flamear allí. Y en este sentido es bueno que haya mecanismos como los que propone la ley de la Creación del Consejo de Malvinas para que las políticas sean de Estado. Una tercera que ley que es la de pesca, implicará que no sólo hay que defender las Islas y los espacios marítimos, sino también los recursos naturales que hay allí: la pesca, hidrocarburos, minerales y biodiversidad. Son objetos fundamentales y así se comprometió en el discurso el presidente el primero de marzo inaugurando las sesiones en el congreso. También debemos decir que la soberanía la vemos reflejada en el satélite que hemos puesto en órbita -el Saocom- porque esa soberanía tiene que ver con lo científico-tecnológico. Hoy los países soberanos son los que manejan la ciencia y el conocimiento y si tienen algún sentido estas transformaciones profundas es para que esta ciencia y este conocimiento se coloque al servicio de los argentinos y las argentinas.

*Daniel Filmus es docente y sociólogo. Actualmente es Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en la Cancillería Argentina. Martín Coldman es docente. Actualmente es Responsable de Juventud de la Corriente Nacional de la Militancia en la Ciudad de Buenos Aires.

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