lunes, octubre 20

Olas de calor y dengue

Su relación con el cambio climático.

Profundizamos en las causas, características y medidas para reducir el impacto de las olas de calor y la proliferación del dengue, situaciones vinculadas con la crisis climática que atraviesa el planeta.

El cambio climático se refiere a las alteraciones a largo plazo en las temperaturas y en los patrones meteorológicos. Aunque se trata de un fenómeno natural, desde mediados del siglo XIX las actividades humanas aceleraron su impacto, principalmente a través de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). Esto produjo un aumento de las temperaturas medias globales, variaciones en la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos —como las olas de calor— y modificaciones en los regímenes de lluvias.

En este contexto, se generan condiciones que no sólo afectan la salud de las personas, sino que además favorecen la expansión de vectores como el mosquito Aedes aegypti, responsable de transmitir el dengue.

¿Qué es una ola de calor?

El Servicio Meteorológico Nacional define a una ola de calor como un período de al menos tres días consecutivos en el que las temperaturas mínimas superan los 22°C y las máximas los 32°C.

Las altas temperaturas sostenidas durante lapsos prolongados pueden ocasionar distintos problemas de salud:

  • Dolor de cabeza y mareos

  • Deshidratación y agotamiento

  • Presión arterial baja

  • Náuseas y elevación de la temperatura corporal

Las personas mayores, los niños pequeños y quienes padecen enfermedades crónicas conforman los grupos más vulnerables frente a estos episodios.

Cambio climático y proliferación del dengue

El aumento de temperaturas, sumado a los cambios en los patrones de lluvia, crea un escenario ideal para la reproducción del Aedes aegypti. Este mosquito, de color oscuro con franjas blancas en las patas y un dibujo en forma de lira sobre el tórax, deposita sus huevos en pequeños recipientes con agua estancada.

Las olas de calor aceleran su ciclo de vida, mientras que las lluvias intermitentes y las condiciones de humedad favorecen la supervivencia de las larvas. Así, el cambio climático no sólo incrementa la población de mosquitos, sino que también amplía su distribución geográfica, llegando a zonas donde antes no existía riesgo de transmisión.

El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura de la hembra del mosquito. Sus principales síntomas incluyen: fiebre alta, dolores musculares y articulares, dolor retroocular, sarpullido y cefalea intensa. Ante su aparición, es fundamental acudir a un centro de salud para obtener diagnóstico y tratamiento adecuados.

Dengue en la Ciudad de Buenos Aires

Durante la temporada estival 2023-2024 ya se confirmaron los primeros casos de dengue en la Ciudad de Buenos Aires. El fenómeno climático de El Niño contribuyó a este incremento: tras un período de sequía, se acumuló una gran cantidad de huevos de mosquitos que, con las recientes condiciones de humedad y calor, eclosionaron de manera sincrónica, generando un aumento explosivo de la población de vectores.

Recomendaciones para cuidarse

Desde Ministerio Sustentable recomiendan medidas sencillas pero efectivas para enfrentar tanto las olas de calor como la propagación del dengue:

Frente a las olas de calor:

  • Hidratate con agua con mayor frecuencia.

  • Evitá bebidas con cafeína, alcohol o exceso de azúcar.

  • Incorporá frutas y verduras a tu dieta y evitá comidas abundantes.

  • No realices actividad física intensa ni te expongas al sol en horas pico.

Para prevenir el dengue:

  • Vaciá y poné boca abajo recipientes en desuso.

  • Colocá mosquiteros en ventanas y puertas.

  • Pasá a tierra las plantas que se encuentren en agua.

  • Usá repelente (protege entre 4 y 6 horas luego de la aplicación).

  • Ante síntomas compatibles, consultá de inmediato en un centro de salud.

Comprender la relación para prevenir

En conclusión, el cambio climático, las olas de calor y el dengue no son fenómenos aislados, sino procesos interconectados. El calentamiento global crea escenarios que no sólo intensifican el impacto de las altas temperaturas en la salud, sino que también generan las condiciones óptimas para la reproducción y propagación de mosquitos vectores.

Por eso, resulta clave fortalecer las estrategias de prevención y concientización, así como promover políticas de mitigación frente al cambio climático. La salud de la población y la sostenibilidad de los ecosistemas dependen de un abordaje integral que reconozca la relación entre estos desafíos.

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