martes, octubre 8

Roberto Arlt en Boedo


Un relato dominguero en primera persona de la presencia en las paredes de Boedo del escritor Roberto Arlt.

Noche de verano. Principios de febrero. Muy caluroso para mi gusto. Demasiado. Camino con mi esposa por Boedo, un barrio porteño de tangueros y compadritos, con una movida cultural under muy activa. El barrio que vio artistas de la talla de Homero Manzi, Pugliese y Aníbal Troilo. Cuando cruzamos a Margot, un bar notable de la zona, veo un mural de nuestro gran querido vecino de Flores, Roberto Arlt. Muy iluminado y con su característico cigarrillo en la mano. Parecía inmortalizado en la pared, como que el gran inventor había sido inmune al paso del tiempo.

En sus relatos se describe de modo descarnado e intenso las bajezas y grandezas de personajes inmersos en ambientes indolentes. De este modo, retrata la otra Argentina, no la de las clases bien pensantes sino la de los recién llegados, la de los inmigrantes que intentaron insertarse en un medio regido por la desigualdad y la opresión. Esto le costó el desprecio de la elite cultural de su época que además lo acusó de escribir de un modo “descuidado”. En los años subsiguientes a su muerte ganó el merecido reconocimiento de la crítica. Cortázar fue el primer autor en reivindicar abiertamente su obra, y actualmente es considerado como el primer autor moderno de la República Argentina. Pero el autor de El Juguete Rabioso y Los Siete Locos jamás dejo de existir, sus obras son ahora públicas y quedan para la eternidad en el patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires.