El reconocido bailarín Edgardo Fernández Sesma pasó por el Festival de Tango de Boedo con su clase express de Tango Queer. Tuvimos la posibilidad de entrevistarlo y recorrer los avances en la inclusión que hubo en los últimos años y la necesidad de seguir luchando contra la discriminación en el mundo del 2×4.
Tintas de Boedo: ¿Cómo te sentiste con tu participación en el Festival de Tango de Boedo?
Edgardo Fernández Sesma: Me sentí muy bien en esta nueva participación en el festival a través de una clase express que hicimos de Tango Queer desde cero. También, tuvimos una charla con la gente del festival que fue muy interesante y en donde pudimos rememorar lo que hicimos en años anteriores a la pandemia. Fue una clase corta pero tratamos de dar los puntos básicos que una persona o una pareja necesita cuando va a su primera clase de tango.
TdB: ¿De qué se trata el tango queer?
EFS: El tango queer empezó hace 25 años en Buenos Aires y hoy es un movimiento con espacios, milongas, lugares de clases y que está en unos 35 países en las ciudades más grandes. Tomamos el tango queer para realizar activismo, campañas solidarias (desde organizaciones como la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina). Antes, las parejas del mismo sexo no podían bailar en ningún lugar, no eran bienvenidas a aprender en las escuelas. Por eso nació este espacio, para dar la posibilidad de baile a las parejas del mismo sexo. También, se integran parejas que no son del mismo sexo porque tienen la posibilidad de aprender los dos roles y bailar intercambiando roles. A fines de los ´90, nace este nuevo lenguaje en la manera de aprender y de enseñar el tango. Es un lenguaje que carece de machismo y es igualitario en la relación de las parejas. Cambia la manera de nombrarnos. Ya no hay más un hombre y una mujer, sino que se habla de roles, de conductores, de conducides. Y ya no se habla más de órdenes, de que la mujer obedece, que unos dirigen, sino que se habla de propuestas, respuestas y contrapropuestas. Empezó a cambiar toda la dinámica, algo que se fue trasladando a muchos otros espacios hasta el día de hoy.
TdB: ¿Sentís que hubo un avance en el mundo del tango? ¿En qué momento estamos?
EFS: Comparando con lo que pasaba hace 25 años, hubo una apertura enorme. Tuvo que ver con la apertura que hubo en la sociedad, con los cambios sociales, los cambios políticos. Pero eso no llega de la misma manera a todos los lugares, a todos los espacios y a toda la gente. Por eso, hay minorías que antes eran una mayoría que resisten este tipo de cosas. Algunos en voz muy baja porque no está bien visto el rechazo hoy en día y otros lo manifiestan abiertamente. Hasta hace unos pocos años, a las parejas y a los matrimonios del mismo sexo los echaban cuando querían bailar entre ellos de algunas milongas tradicionales. Eso ya no ocurre ahora porque hay una ley en la Ciudad que nos protege. Pero esos sectores minoritarios generan con su mirada una especie de juicio de valor cuando ven parejas del mismo sexo bailando o parejas intercambiando roles. Esa ausencia de mirada, de juicio, se da en algunas milongas que nosotros llamamos libres, y en las milongas queer. En esos espacios nadie te mira, es todo muy relajado. Pienso que todo seguirá mejorando.
TdB: ¿Cuál sería el próximo paso necesario para que dentro del tango haya más inclusión?
EFS: Los pasos en el mundo del tango van paralelos a los pasos que da la sociedad en ese sentido. En el tango antes jamás se hablaba de la violencia que había hacia las mujeres o del lado de inferioridad que vivía la mujer dentro de las milongas o del grado de sometimiento al rol del hombre. Con los cambios que hubo se empezó a hablar de todo eso y se empezó a cuestionar y a cambiar. Creo que hay que seguir cuestionando para seguir cambiando, para que todes nos podamos sentir comodes en todos los espacios sin necesidad de tener lugares especiales. No me cabe duda que con el correr de los próximos años esto va a seguir cambiando.
TdB: ¿Cuándo empezó tu interés por el tango?
EFS: A mí el tango canción y el baile me gustó desde siempre porque, en mi casa en Tucumán, mi mamá y mi papá escuchaban tango y siempre me crié con eso. Después, con el correr del tiempo me siguió gustando, me gustaba bailar pero yo era activista desde hacía muchos años y no me parecía someterme a propuestas heteronormativas para ir a aprender a bailar, entonces, por eso nunca me interesé. Cuando a fines de los ´90 me entero que había un espacio en San Telmo en donde podía bailar el tango libremente, ahí se me despertó el interés por tomar clases y aprender a bailar. Yo empecé con el tango en un lugar de libertad, no conocía ningún tipo de las restricciones que se vivían hace 25 años en las otras milongas. En ese momento, empezaron a abrir las milongas queer y algunas milongas libres que promovían otra manera de ver el tango, de bailar, de vivir, de intercambiar y en esos lugares fue como encontrar lo que siempre buscábamos en relación de la sociabilización en la danza.
TdB: ¿Cómo atravesás la pandemia?
EFS: Es muy difícil porque llevamos más de un año. Nosotros tenemos una milonga en avenida Corrientes que va por su sexto año, una milonga inclusiva, queer y ahora está cerrada y luego doy clases en otros espacios en San Telmo, Parque Chacabuco, Chacarita, Villa Crespo. Son espacios que también están cerrados. Es decir, que todo lo que he podido hacer durante el año transcurrió en clases por Zoom, en la venta de videos de clases, en la participación en distintos eventos internacionales que nos han invitado y fue un poco poder sobrevivir de esa manera. En cuanto a las campañas solidarias que cada año hacemos en la calle bailando tango, el año pasado las hicimos de manera virtual: un tango contra la transfobia y un tango contra el maltrato y el abandono de las personas mayores. Lo que nos dio este encierro fue la posibilidad de la participación en una campaña con gente de 30 países, poder hacerlo en 22 lenguas y participaron unas 300 personas, o sea que pudimos difundir mucho más la campaña a través de esto.
TdB: ¿Qué proyectos tenés a futuro?
EFS: Tengo la esperanza de que pronto podamos volver a los lugares de clase primero y a la milonga después. En cuanto a las campañas solidarias, tengo la esperanza de que este año podamos hacer por 12º vez un tango contra la homofobia en el mundo, que el año pasado lo íbamos a hacer en el Centro Cultural Kirchner y se cerró por la pandemia. Además, el 15 de junio es el Día Mundial de Toma de Conciencia sobre el Abuso y el Maltrato contra la Vejez. Todos los años hacemos un baile y lo que vamos a hacer este año es la difusión del baile que hicimos en el Festival de Tango de Boedo en el 2019 donde asistieron unas 130 personas.
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