jueves, abril 24

“Boedo es un barrio de murga y de carnaval”

Un nuevo año de carnaval en la Ciudad y los Chiflados de Boedo volvieron a dejar su huella. Conversamos con Pipi, referente de la murga barrial, para que nos comparta sus sensaciones sobre los corsos de este año.

Tintas de Boedo: ¿Cómo ves la organización del carnaval de este año en la Ciudad en general?

Pipi: La cultura, en este caso, el carnaval no escapa del recorte general que se está haciendo en la cultura popular, esta cultura que para muchos no es redituable y, entonces, se la va recortando. Eso limita, no solamente la posibilidad de realizar un carnaval más lindo, sino también la difusión, hacerlo visible. El carnaval es una gran fiesta que tiene una historia importante en la Ciudad. Este año se conmemora la 157 edición de los carnavales barriales que se empezaron a hacer en la época de Sarmiento y trató de mantenerse siempre. Uno de los pilares fundamentales es la gratuidad y que el corso sea un lugar de encuentro y más en estos momentos donde todo apunta al individualismo y se dejan de lado cosas esenciales e importantes como el convivir en el espacio público e interactuar con los vecinos.

TdB: ¿Cómo se prepararon para este carnaval los Chiflados? ¿Qué temática trabajaron? 

Pipi: Los Chiflados, como la mayoría de las agrupaciones de carnaval, ensayamos todo el año. Nuestro lugar de ensayo es el Parque Chacabuco. Ahí ensayamos las coreografías, los pasos, diagramamos las canciones, la forma de actuación que vamos a dar. La temática trata de reflejar la realidad que se vive con un tono irónico y divertido. Una parte tiene críticas, como para tratar de pensar en nuestra realidad, por más triste que sea. Tratamos de hacer pensar y, a la vez, dibujar una sonrisa a la gente. Porque creo que esa es la idea, los Chiflados siempre se abocaron a eso, aparte del trabajo solidario que tenemos. Porque los Chiflados no se limitan solamente al carnaval, sino que también tenemos, por intermedio de una asociación civil, un espacio cultural en Boedo 1057, donde tenemos treinta actividades para el público, y también repartimos alimentos, tratando siempre de paliar este momento complicado que vivimos.

TdB: ¿Cuántas personas forman parte de los Chiflados?

Pipi: Somos casi 300 personas, durante el año y tenemos 50 bombos y llevamos distintas fantasías, vamos disfrazados, todos hacen lo posible para dar el espectáculo más hermoso posible, que creo que lo logramos, modestamente. El carnaval es un reflejo de la realidad. Los Chiflados tratamos de abocarnos a eso, trabajar mucho con los trajes, la elegancia, el baile. Estamos desde 1998, cumplimos 27 años en los carnavales de Buenos Aires.

TdB: ¿Cómo se organizan?

Pipi: La organización generalmente está a cargo de los directores generales que son los que establecen los lineamentos de la murga, que son los de llevarle alegría a la gente y no olvidarnos de nuestro origen y nuestra impronta solidaria y barrial. Tratamos de devolver al barrio algo de lo que significa para nosotros. Después, hay una segunda línea de directores que son los que están en el día a día. Tratamos de ver la realidad de cada grupo en lo personal y de solucionarle los problemas tratando de que la gente pueda participar en el carnaval, ayudando con los trajes, con la tela, con el armado. La murga es una construcción colectiva importante que trata de llevar colectivamente ese trabajo y mostrarlo en febrero. Es algo generado en el seno de la comunidad para que trate de disfrutarlo la comunidad misma. Lo que ven en carnaval es el producto del trabajo de un montón de familias, que usa su tiempo para coser, para confeccionar los trajes, para preparar la actuación, para ensayar, para crear las canciones. La murga trata de mostrar que también es importante lo que tiene que ver con el compromiso, el pensar en el otro y tratar de, entre todos, sacar adelante algo que le cambie la realidad a la gente.

TdB: ¿Qué significa para vos el corso?

Pipi: El corso, para mí, es mi lugar en el mundo. Siempre digo que el encanto del carnaval en la ciudad de Buenos Aires es único. El carnaval es una fiesta antiquísima en el mundo, y cada lugar le da la impronta que siente y que vive. Tal vez no tengamos nada que ver con el carnaval de Venecia o el de Río de Janeiro, porque son expresiones diferentes de la misma fiesta. En Buenos Aires, el corso se formó en los barrios, en las calles. Las antiguas agrupaciones de carnaval salían de los conventillos y organizaban fiestas en la calle, representando a su barrio. A esos festejos llegaban otras agrupaciones y así se iban concentrando cada vez más. En la época de Perón, el carnaval se volvió aún más popular con los «8 Grandes Bailes», los Centros Murga y otras instituciones que representaban a cada barrio. Y fue creciendo, pero siempre siendo fiel a su esencia barrial. Por eso, a veces cuesta entenderlo. No es por capricho que insistimos en cortar Boedo para el corso. No es porque sí. Es representativo para todos. Todos conocen el corso de Boedo y lo valoran, al igual que el corso de Urquiza, el de Mataderos, el de La Boca. Cada uno tiene su historia en el barrio. Tal vez no tengamos la tecnología de otros eventos, pero tenemos el corazón. Y, sobre todo, Boedo es una expresión nuestra. Boedo es un barrio de tango, de fútbol, de poesía, pero también Boedo es un barrio de murga y de carnaval.

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