Paragüería Víctor es un ícono en la Ciudad, una pieza de museo declarada de interés cultural por la Legislatura. Con una historia rica que acompaña las viscisitudes del país, hoy vive en el corazón del barrio de Boedo. En esta crónica te proponemos recuperar el recorrido hecho por sus dueños.
No hay nada mejor que enterarte que está lloviendo y saber que tenes un paraguas para no empaparte, el problema está cuando saliste sin uno pensando que no iba a llover. Ahí llega el momento de decidir qué hacer, si tomarte un colectivo y rezar que pare, tomar un taxi o caminar por debajo de los techos. La mejor decisión sería ir hasta Colombres e Independencia, en donde se encuentra la Paragüería Víctor y conseguir el paraguas que más te guste.
Se le consultó a Víctor, hijo de Elías, el dueño del local, cómo llegó el negocio al barrio: “Mi padre hasta el año 1955 trabajó como empleado en la papelera Argentina, después fue vendedor ambulante de paraguas en la zona de La Plata. Cuando se casa con mi madre en 1957, mi abuelo que tenía un almacén en Castro e Independencia le ofrece el local que estaba al lado; entonces ahí es donde pone el primer negocio en Independencia 3902. Con los años ese local quedó chico y nos mudamos acá, a Colombres e Independencia en el año 82”.
La paragüería lleva 66 años abierta, vivió momentos buenos y malos. Uno de esos lo vivió meses luego de la mudanza al lugar actual. Señaló que antes, la avenida Independencia era doble mano, empedrada y tenía una plazoleta. En el momento en el que la quisieron hacer avenida se quitó todo eso. La obra duró un año y, entre risas, cuenta que lo único que ingresaba al negocio era polvo.
Otro momento fue en la última dictadura cívico-militar: “Durante la época de Martínez de Hoz, con la importación de los primeros paraguas que vinieron de China. Después del 78 vinieron muchos paraguas importados de China, pero cuando volvió Alfonsín se volvió a reactivar la industria nacional porque se cerraron las importaciones. A pesar de eso a partir del año 90´, toda la producción mundial de paraguas se hace en China, no solo los que se venden para Argentina sino para los que se vende para todo el mundo. Ahora solamente vendemos paraguas hechos en China”.
Consultado sobre cuántos paraguas se pueden llegar a vender en un día lluvioso, nos indicó, entre risas, que eso es imposible de saber, pero que cuando sucede son “millonarios”. Ahora, si al día siguiente dejó de llover no los visita ni la familia. Señala que en un día de lluvia fuerte se labura lo mismo o más que todo el mes de enero.
Además de vender paraguas; venden abanicos, bastones, mochilas, guantes, sombreros, pero aclara que todo esto es por la falta de lluvia, había que rebuscarla por algún lado para poder vender.
Sobre el mito de la mala suerte de abrir paraguas adentro, se le preguntó cuál es su opinión: “En realidad para nosotros la mala suerte es no abrir los paraguas, o sea, si no abrimos los paraguas quiere decir que no los vendemos, pero no obstante siempre hay alguien que es muy supersticioso y que no quiere que abramos paraguas adentro. En muy contadas ocasiones he tenido que salir a la calle a abrir paraguas porque a pesar de que les decía que los abría yo, decían que no, que después los usaban ellos entonces la mala suerte se transfería”.
Tienen varias frases que utilizan, pero dos destacadas son: “Un clásico para los tiempos que corren”, cuenta que es muy difícil encontrar un negocio que solo venda paraguas, por eso esta frase. La otra, que incluso está puesta en un mostrador que da a la avenida Independencia, es “La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”.
La Paragüería Víctor fue condecorada por la legislatura porteña como un sitio de Interés Cultural, y sobre este nombramiento Víctor se refirió: “Realmente fue un acontecimiento muy grato, no solamente por el nombramiento sino por la oportunidad de reunir amigos acá en el negocio. Las varias notas que hemos recibido a través de los medios de televisión, gráficos, por radio, el nombramiento de la Legislatura, más el nombramiento del Museo de la Ciudad de Buenos Aires; eso provocó de que mucha gente se interesase”.
Víctor contó que él no aprendió a arreglar paraguas, pero que su padre le está transfiriendo el oficio a un muchacho llamado Facundo que trabaja con ellos hace mucho tiempo y que está aprendiendo a hacerlo. No cree que sea el único negocio de paraguas que queda en la ciudad, pero sí resalta que quizás es el único con esas dimensiones.
El negocio abre de lunes a viernes de 10 a 19, y los sábados de 10 a 13. Tienen una página web que la pueden encontrar como www.paragueriavictor.com. En esta página pueden hacer consultas y realizar pedidos.
Se le preguntó a Víctor qué es para él la palabra paraguas, su significado: “Es parte de mi vida. Cuando tenía seis años, mi padre me ponía a dar vuelta la funda. La funda se cosía y había que darla vuelta, entonces me daban ese trabajo y me pagaban 10 centavos. Después, con el tiempo, uno crece y tiene aspiraciones de trabajar en otra cosa, pero tarde o temprano volves al oficio de tus padres. Porque además de que mi padre es paragüero, los abuelos de mi madre también tenían negocios de paraguas, así que es medio grupo sanguíneo”.